Dedicarse a correr siempre trae consigo una cuota de superación. Pero más en el caso de José Luis Santero, atleta de Lomas de Zamora que cuenta con una discapacidad visual, lo lleva a redoblar y adaptar su entrenamiento.
Ganador de muchas carreras a lo largo de su trayectoria, viene de un 2016 que lo puso a prueba y ahora se prepara para un año con nuevos desafíos.
“Fue un año duro, complicado”, arranca Santero desde Cachi, provincia de Salta, donde realiza su pretemporada. Es que, según explica, había logrado clasificar a Río 2016, pero no pudo estar presente por “ciertas designaciones turbias” y luego se dio otra nota gris, la cual recuerda: “A eso se le sumó un golpe personal mayor: la pérdida de mi amigo y guía Alejandro Luchik, con quien habíamos competido juntos y ganado en una de las carreras en Rosario”.
“A partir de ahí, todo lo que venía no era de mucho interés para mí, con el riesgo de tomar la decisión de dejar de competir en el alto rendimiento”, admite Santero, graficando ése difícil momento del año pasado. Sin embargo, surgió no sólo la superación, sino también la resiliencia, palabra en boga hoy en día y que, en su acepción psicológica, remite a la “capacidad de una persona para superar circunstancias traumáticas”. Y él lo hizo, además, con ayuda de su gente más cercana, con su pareja Lorena Moukarzel a la cabeza, quien lo acompaña en los trabajos e inclusive colaboró con la concreción de estas líneas. “Con la ayuda de Lore, de mis afectos y de una profesional, intenté retomar y darme batalla”, subraya Santero.
Ahora, en Cachi, está “a días de terminar la puesta a punto para competir en pista y los 21km de Rosario, en mayo”. Cuenta Santero que, al mismo tiempo, está en la búsqueda de nuevos guías, lo cual complicó los entrenamientos. “No es cosa fácil la adaptación, más aún con ritmos de competencias que den margen a que el guía pueda hablarme e indicarme ciertas pautas al momento de correr. Se suman a eso gastos económicos elevados para quienes me ayudan, sin dejar de señalar que me han sacado la beca deportiva del ENARD sin motivo alguno”, clarifica.
Más allá de eso, él ya tiene un objetivo internacional cercano, la maratón de Chicago en octubre, y un sueño mucho más allá: Tokio 2020. “Si bien quiero mencionar la necesidad de empresas que quieran acompañarme en mi gran objetivo, agradezco siempre al Municipio de Lomas de Zamora, que cuando he necesitado ayuda ha estado en muchas oportunidades”, destaca.
Lomas de Zamora, además de un aliado, es su casa. Es que Santero se entrena en el Parque, con los cuidados que requiere su caso: “Tener una discapacidad visual de un grado elevado como el mío hace que pueda entrenar en determinados lugares, debido a la cantidad de gente o distintos obstáculos que puedan poner en riesgo mi integridad física. Es por eso que me entreno en horarios atípicos, para estar con la menor cantidad de gente posible, tanto en el parque de Lomas como en el CENARD.”
Como vecino de Lomas, entonces, es doble la satisfacción de poder aprovechar el Parque y más aún con las obras que están en marcha, lo cual queda de manifiesto en la conclusión de Santero: “El Parque tiene la posibilidad de que hay pista y circuito, pero ahora con la construcción vale la pena mencionar la alegría que nos da a los atletas lomenses el poder tener nuestra propia pista de tartán en casa”.