Existen casos en los que la historia detrás del deportista es sorprendente. Uno de ellos es el de Josefina Paredes, jugadora de vóley en Lomas de Zamora con una rutina marcada por el esfuerzo y la dedicación, y que a través de ella encontró en Lomas su lugar en el mundo.
Oriunda de Cañuelas, tiene 19 años y lleva cuatro de vóley en Lomas, pero con el deporte arrancó más atrás: “Empecé en el colegio, a los 12 o 13 años en los Juegos Bonaerenses, y a los 14 pasé al CEF 53, centro de Educación Física que está en Cañuelas”. Lo que comenzó como un divertimento se convirtió en una actividad y, al rato, admite que había nacido “el sueño de jugar en un club”, por lo que aceptó, a principios de 2013, la invitación de Camila Ponce (hoy, compañera suya en Lomas) para sumarse al grupo.
Cuando eso pasó a ser parte de su vida, el día a día se sobrecargó. “Egresé de la Escuela Agrotécnica Salesiana Don Bosco en Uribelarrea, que está un poco más lejos que Cañuelas, donde cursaba de 8 a 17. Tenía materias comunes, otras de campo teóricas como Agroalimentos o Forrajes, y otras prácticas como Producción de quesos o embutidos. Terminaba y me iba directo a entrenar: viaje de dos horas, la práctica y la vuelta a la noche en el 51 para llegar a la medianoche, o a la 1 de la mañana. Al otro día, lo mismo”, narra, con lujo de detalles. Como para que cualquiera entienda la entrega.
“Cuando empecé, tenía miedo de no resistir”, reconoce Josefina, y sigue: “Era todo un desafío para mí. Fue difícil, dormía poco, pero cada vez que sentía cansancio pensaba en el esfuerzo de cada día. No me podía permitir rendirme. Tuve que dejar muchas cosas de lado, pero no me voy a arrepentir de haberlo hecho. Lomas me generó algo que no puedo explicar.”
Su entorno fue importante, algo que ella deja en claro: “Nadie entendía cómo hacía para aguantar, pero tanto mi familia como mis entrenadores y compañeras lo valoraron siempre y me ayudaron a seguir adelante. Hasta me ofrecían sus casas para quedarme cuando lo necesitara. Ahí me di cuenta de que Lomas es una gran familia que elegí sin pensarlo. Fue haciéndose muy importante para mí y hoy es mi segunda casa.”
Esa enorme predisposición también se ve reflejada en lo deportivo, ya que en estos años Paredes pasó por casi todas las posiciones: central, receptora punta, líbero y armadora. “Con tal de jugar, juego de lo que sea”, sonríe. Y tuvo sus premios, porque formó parte de los ascensos en Inferiores y en Superiores, hasta este presente de Lomas que lo tiene en ambos casos en la elite: Nivel A y División de Honor respectivamente.
Todo permanece en la actualidad, ya que entrena cuatro días a la semana y además estudia Artes Audiovisuales en Avellaneda, “lo que implica otro viaje más”. En ese todo se incluyen las ganas inagotables de seguir creciendo y defendiendo la camiseta lomense: “No lo cambio por nada. Siempre que me preguntan cómo hago para aguantar, les digo que todo esfuerzo tiene su recompensa. Es un placer estar en Lomas y que me valoren como lo hacen; ése también es uno de los motivos por los que estoy acá. Así como también el apoyo de mi familia, que es incondicional. Sin ellos no podría haber seguido con esto. Están en todos los partidos y mis sueños son también los suyos.”